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El ocio ¿Expresión de libertad humana o pérdida de tiempo?

  • Por Carbono Catorce Team. Colaboración especial
  • 16 feb 2017
  • 6 Min. de lectura

Ocio, recreación y tiempo libre, ¿Qué son?

Similitudes y diferencias.

La necesidad de ocio del ser humano ha sido analizada por diversos pensadores a lo largo del tiempo. Generalmente mal comprendido, el ocio está vinculado en la mente de la mayoría de las personas en nuestra cultura con actitudes negativas, tiempo residual, improductivo y desaprovechado.

Si bien el concepto de recreación –estrictamente apegado a actividades de corte lúdico, hobbies y entretenimiento- y tiempo libre son más aceptados socialmente, el mayor problema a afrontar para comprender el ocio, es lidiar con la percepción negativa en la que se le envuelve, es común escuchar la expresión peyorativa “solamente está de ocioso” para descalificar a una persona que no está realizando una actividad de trabajo productivo de estricto beneficio económico; la connotación de ocio entre 2 personas entrevistadas se enfocaron en descalificar a una persona que se dedique a difamar a otros o a alguien que está planeando actividades delictivas o vandálicas. Como tiempo libre podemos entender el tiempo que un individuo no utiliza para trabajar después de haber satisfecho sus necesidades mediante el trabajo. Este concepto es socialmente aceptado siempre y cuando se realice como un premio posterior al trabajo efectuado y no de manera preferente sobre el mismo.

El ocio desde un punto de vista sicológico y humanista se refiere a la experiencia gratuita, necesaria para el desarrollo personal y enriquecedora de la naturaleza humana. Podemos decir que el ocio es un medio imprescindible para que el individuo pueda exteriorizar diversos aspectos que le permitan moldear su personalidad y acrecentar su capacidad creativa.

El ocio pudiera definirse como una actividad elegida de forma voluntaria, es sinónimo de una ocupación gustosa, deseada, que genera una ansiedad positiva en quién la práctica y trasciende la esfera de tiempo del individuo al proporcionarle sentimientos de ilusión y esperanza previo a su realización, satisfacción durante su práctica y posteriormente le otorga una sensación de bienestar al recordar de manera gustosa el evento acontecido.

Anteriormente el ocio era considerado como signo inequívoco de distinción y élite, reservado exclusivamente para algunos pocos afortunados. Actualmente el fenómeno del ocio es pluriforme y democrático y puede ser accesible para una persona de cualquier estrato social.

La sociedad industrial y consumista ha persuadido al individuo que su desarrollo personal y su satisfacción emocional está estrictamente ligado al trabajo como fuente de obtención de recursos para la obtención de satisfactores, sin embargo, se ha comprobado que el trabajo productivo económicamente no cubre todas las necesidades de desarrollo espiritual y emocional de la persona y los satisfactores que le permite obtener no dan respuesta a significados vitales para el ser humano. En esta visión industrializada, se justifica el ocio solamente como un descanso justificado posterior a un trabajo realizado. Un ejemplo de este enfoque del ocio como premio y no como necesidad humana puede ser fácilmente identificable en el ámbito doméstico también donde por ejemplo, el permitirle a un niño asistir a clases de arte, un espectáculo deportivo o realizar alguna actividad ludica está condicionada a la realización de un trabajo previamente asignado.

La percepción universal del ocio pudiera resumirse en tres clasificaciones:

  • Ocio negativo: El ocio se vincula al vandalismo, vicios, orgías, corrupción, actitudes negativas y problemas sociales.

  • Ocio como premio: Característico de las sociedades industrializadas donde para derecho al ocio hay que ganarlo realizando primero un trabajo productivo.

  • Ocio como afirmación del individuo: Donde se le otorga intrínsecamente al individuo el derecho al espacio vital, cultura, deporte y recreación. El ocio es entendido como una vivencia humana necesaria, dinámica y creativa que favorece actitudes positivas.

Esta visión del ocio como afirmación del individuo se ha popularizado en las nuevas generaciones al convertir el ocio en actividades habituales integradas en nuestras vidas como la práctica deportiva, la lectura, charla, asistencia a salas de cine, practicas turísticas y demás actividades que le proporcionan al ser humano una experiencia autónoma e independiente del trabajo como medio de expresión y desarrollo.

La vivencia del ocio no depende de la actividad en sí misma, el tiempo utilizado en su práctica, el nivel económico ni la formación académica del sujeto, sino que está determinada exclusivamente por el sentido de quién la está experimentando.

El ocio al ser una experiencia vivencial que ayuda al ser humano de manera dinámica y creativa a expresarse y desarrollar cualidades como el autodominio, autoaprendizaje, tolerancia, disciplina, manejo del estrés, sentido de intimidad y pertenencia, debe de ser fomentado y promovido como un elemento indispensable para el sano desarrollo del individuo, brindándole las herramientas adecuadas para su realización y fomentando su práctica como medio de expresión y autoconocimiento.

Si bien el ocio es subjetivo y vivencial y no puede ser cuantificable, se han determinado diversas dimensiones en las que se pueden identificar diversos procesos personales y sociales que se desarrollan, pudiendo poner como ejemplo el estudio de la dimensión ambiental ecológica donde el individuo desarrolla una vinculación al espacio, capacidad de admiración, contemplación del entorno transformándose a la vez en acciones personales que implican la concientización del impacto ambiental que el individuo produce y la planificación de un desarrollo sostenible para respetar la armonía medioambiental. De manera social, la dimensión festiva es la que proporciona al individuo mayor autoafirmación colectiva, sentido de pertenencia y ruptura de la cotidianidad. Las actividades prototípicas de esta dimensión son las fiestas locales (culturales, religiosas), el folklore, turismo cultural, deportes y espectáculos, entre otros. Esta dimensión es de gran interés de manera institucional y cuenta con apoyos específicos para su promoción y realización por parte de diversas autoridades. Además de estas dos dimensiones del ocio, se encuentran también las dimensiones creativas, lúdicas, festivas, solidarias, productivas, consultivas, terapéuticas, preventivas, entre otras según la clasificación hecha por Roberto San Salvador del Valle en el libro “Políticas del ocio”, otorgándole a cada una de ellas experiencias vivenciales al individuo que potencializan su capacidad creativa, reafirman valores comunitarios, confirma su identidad y le permiten su desarrollar cualidades interno

Este cambio paulatino en la percepción del ocio por parte de las nuevas generaciones, aceptado ahora como un derecho y necesidad del individuo para potencializar su crecimiento interior y restablecimiento de valores comunitarios, ha dado pie a diversas modificaciones de las conductas laborales y sociales, generando algunos cambios sustanciales como el establecimiento de jornadas de trabajo menores, fomento de prácticas artísticas y deportivas dentro de los centros de trabajo y escuelas, creación de nuevas industrias dirigidas a satisfacer nuevas necesidades de ocio y apertura de programas institucionales para brindar experiencias de ocio a comunidades con bajos niveles económicos y culturales.

El ocio como necesidad humana y reflejo de la intimidad emocional del sujeto, no debe de confundirse con el hedonismo industrializado ni la participación pasiva del individuo ante sus productos de consumo.

Las actividades al aire libre como fuente de ocio positivo

Como hemos señalado, el ocio debe de ser una experiencia dinámica, que proporcione a quién la practica una sensación de libertad interior basada en la no obligatoriedad de la acción, un deleite personal en el que se puedan explorar diversos medios de comunicación y vinculación hacia el yo interno de la persona, lo ayude a explorar su parte creativa y finalmente lo ayude a re-crear su realidad y entorno.

Esta experiencia vivificante y potencializadora del desarrollo humano, encuentra un escenario que favorece la re-creación de la personalidad de quién práctica en forma frecuente actividades al aire libre al descubrir habilidades y mecanismos para afrontar adversidades que no habían permitido afloraran en ellos mismos, mejorando su capacidad de respuesta y resilencia en otros aspectos cotidianos, no es extraño por lo tanto escuchar cómo una persona se siente más segura de si misma, con ánimos renovados, inspirada o más concentrada para realizar alguna actividad cotidiana al regresar por ejemplo de un campamento, una caminata en el bosque o practicar deportes que pensaba no eran para el/ella como escalada en roca, montañismo, espeleología o simplemente estar sentado en silencio un rato contemplando las estrellas en medio de la oscuridad de la noche.

Este reto auto-impuesto y vivificador también ha sido el parte aguas en la vida de muchas personas, ya que a la par de los sentimientos de satisfacción, logro y autoaceptación generados en el individuo, también se estimula la adopción de hábitos saludables como el cuidado de la alimentación, mantener niveles de hidratación adecuados, etc. así como también, es innegable los beneficios socio-afectivos recibidos ya que con frecuencia ¡Encontraremos nuevos amigos con quienes compartir nuestras vivencias y amor por la naturaleza!

¡Te invitamos a descubrir todo el potencial que hay en ti y que podrás encontrar al estar en contacto con la naturaleza!

Bibliografía:

Cuenca Cabeza, M. (2000). Ocio humanista. Bilbao, España: Universidad de Deusto.

Moreno, I. (2005). Todos tenemos tiempo. Nueva práctica del tiempo libre en el siglo XXI. Buenos Aires Argentina: Lumen Humanitas.

Cuenca Cabeza, M. (1999). Ocio y Formación. Hacia la equiparación de oportunidades mediante la Educación de Ocio. Bilbao, España: Universidad de Deusto.

Sarukhán Kermez, J. (1995). Presentación. En J. L. Victoria (Comp.). Importancia del uso del tiempo libre. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

San Salvador del Valle Doistua, R. (2000). Políticas de ocio. Cultura, turismo, deporte y recreación. Bilbao, España: Universidad de Deusto.

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